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Artículos y entrevistas

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ISABELLA ROSSELLINI, ICONO ATEMPORAL

Por Pablo Giraldo

Desde su nacimiento en 1952, Isabella Rossellini forma parte de una aristocracia cinematográfica difícil de ignorar. Fruto de la breve relación, pero crucial para la historia del cine, que mantuvieron la actriz sueca Ingrid Bergman y el director italiano Roberto Rossellini, la actriz y modelo se crió a caballo entre Roma y París, en el más estimulante ambiente cultural.

 

Con su mayoría de edad pasaría a instalarse en Estados Unidos, donde ejerció como periodista y traductora antes de protagonizar algunas de las películas claves del nuevo cine independiente. Al tiempo que se abría camino en Hollywood, pasó a convertirse en un icono atemporal de belleza gracias al buen ojo del fotógrafo Bruce Weber, que la descubrió para el mundo de la moda. Durante más de diez años, Rossellini fue el magnético rostro que acompañaba las campañas de la firma de cosméticos Lancôme, y especialmente polémica fue la rescisión de su contrato por parte de la compañía, que decidió prescindir de ella pasada la barrera de los 40. Aquella fue una oportunidad perdida para reivindicar el atractivo de la mujer madura que sí supieron aprovechar, sin embargo, otras firmas de moda como Lancaster o Bulgari, la cual decidió bautizar con su nombre uno de sus bolsos más celebrados.

 

La leyenda cinematográfica de Rossellini se agrandaría con las relaciones sentimentales que mantuvo con dos directores clave del nuevo cine estadounidense, Martin Scorsese primero y David Lynch después, haciendo las veces de musa y actriz de este último. Películas como Corazón salvaje y más especialmente la controvertida Terciopelo azul mitificaron aún más su figura de icono de culto y contribuyeron a que el gran público la percibiera ya no solo como un referente de estilo y glamour, sino como la actriz que mejor había contribuido a sofisticar el erotismo cinematográfico de los 80 y parte de los 90. Aquel controvertido y conmovedor personaje de la cantante Dorothy Vallens, que se veía arrastrada por las filias más retorcidas y fetichistas, la convirtió en la sublimación del deseo carnal más distinguido, además de en un desafiante mito sexual para toda una generación no exenta de puritanos.

 

Ahora que ya sobrepasa los 60, Rossellini mantiene esa curiosidad temática por el sexo, pero ha revelado al gran público dos facetas casi desconocidas. Una es su activismo por los derechos de los animales, tal y como acredita este espectáculo, y la otra es una alta comicidad que nos lleva a lamentar lo desaprovechada que ha tenido Hollywood a Rossellini como intérprete de comedia. Porque en Green Porno, Live on Stage (Porno verde, en vivo en escena), se nota que la actriz se divierte tanto o más que el propio público con sus estrambóticas interpretaciones de animales, y esa actitud es altamente contagiosa. 

Foto: Mario del Curto