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Entrevista con Silvia Gallerano

Por Luisa Castiñeira
«La obra es liberadora, compasiva y, a veces, divertida. Posiblemente humana»

Tras triunfar en medio mundo, la actriz italiana Silvia Gallerano llega a España con un impactante monólogo, poético y grotesco, firmado por Cristian Ceresoli, que pone en tela de juicio las miserias de nuestra sociedad contemporánea

Una interpretación intensa y cautivadora y un discurso tan fascinante como áspero y airado sirven como carta de presentación de La Merda, el exitoso monólogo del autor italiano Cristian Ceresoli que en el mes de marzo aterriza en la Sala Mirador de la mano del XXXII Festival de Otoño a Primavera. En el montaje, la actriz Silvia Gallerano se desnuda -no solo metafórica, sino también literalmente- para escupir con toda su rabia un certero retrato que pone en tela de juicio las miserias y los temores más íntimos del ser humano. La obsesión por el éxito y el consumismo desaforado serán tan solo un pequeño aperitivo para el veneno de sus dardos. 

 

PREGUNTA.- Primera pregunta, y casi obligada, ¿a qué hace referencia el título La Merda?

 

PRESPUESTA.- Es una intuición, una imagen más que un concepto. Hace referencia a lo que está dentro y alrededor de nosotros, a aquello con lo que estamos acostumbrados a convivir en nuestra sociedad.

 

P.- ¿Cómo se siente ante su primera visita a España con el montaje?

R.- Después de viajar tanto con esta obra, tengo curiosidad. No espero nada en concreto, ya que el público de cada lugar siempre ha resultado ser una sorpresa. Y, realmente, este espectáculo depende de la relación que surge entre mi personaje y los espectadores sentados frente a mí. A veces la gente es muy seria y otras se ríe muchísimo. Nunca puedes predecir cuál va a ser su reacción.

 

P.- La crítica se ha referido a la obra como “un monólogo crudo que habla de la inhumanidad de nuestra sociedad”, ¿en qué sentido? ¿Cuáles son esos aspectos terribles de nuestra sociedad que la obra cuestiona?

 

R.- La humillación de nuestros cuerpos, la falta de autoestima, el darle importancia a las apariencias, el consumismo de objetos, cuerpos y valores, la carencia de belleza o, mejor dicho, la pérdida de la posibilidad de entender lo que es la belleza. Y muchas otras cosas que son difíciles de explicar en una entrevista: hablamos de poesía, de interpretación y de escritura. La Merda es un libreto poético, que ha sido escrito como si fuera música. Es como una partitura, y mi papel consiste en interpretarla como si se tratase de un instrumento.

 

P.- ¿Se siente de alguna manera identificada con su personaje?

 

R.- Tengo que hacerlo. Y creo que el público lo hace también. Mi intención, y también la de Cristian, no es juzgar a la chica protagonista, sino sentir empatía por ella. Como público, al finalizar el espectáculo, no podemos irnos pensando que la protagonista está equivocada y nosotros no. Podemos sentir asco o repulsión por su actitud, pero, también, de algún modo, entendemos por qué está dispuesta a hacer todo lo que hace para conseguir su objetivo y a confesarlo todo sin sentirse avergonzada por ello. Y esto es lo que más nos asusta.

 

P.- El libreto de Cristian Ceresoli ha sido comparado con Shakespeare o Pasolini, ¿qué opina al respecto?

 

R.- Es obvio que Cristian se inspira en todos los grandes escritores del pasado, tanto en la forma como en el contenido. Pero creo que, fundamentalmente, él es un cantor de nuestro presente, que escribe en contacto con las Humanidades de todos los tiempos.

 

P.- La Merda ha sido calificada como “cruda, terrible, brutal y bella”, ¿puede enumerar algún otro adjetivo para orientar a la audiencia?

 

R.- Repugnante, liberadora, compasiva y, a veces, divertida. Posiblemente humana.

 

P.- ¿Estamos ante una historia con moraleja?

 

R.- Creo que es más bien un fresco. No se trata de decirle al público lo que está bien y lo que está mal, si no, simplemente, de mostrarle una imagen. No hay una intención moral en todo ello; sencillamente, es una visión de nuestra sociedad, eso sí, escrita e interpretada con franqueza.

 

P.- La Merda se ha convertido en un fenómeno de culto en Italia desde que se estrenara en el año 2012. En su opinión, ¿cuáles han sido los motivos de su éxito?

R.- Se ha convertido en un fenómeno de culto a pesar de la indiferencia y, en ocasiones, de las adversidades que hemos vivido al tratar con los teatros oficiales. Creo que nuestro éxito reside en haber sabido llegar a una gran audiencia, porque la hemos buscado fuera del sistema teatral, en otros lugares, de otras maneras. Y nos hemos topado con un montón de seres humanos que estaban esperando a ser encontrados.

 

P.- En agosto de 2013, en el Fringe de Edimburgo, la obra fue aclamada durante 12 veladas con el público en pie y todas las entradas agotadas, pero, sin embargo, el los reportajes del festival emitidos por la televisión pública italiana ni siquiera se mencionó la noticia, ¿por qué?

 

R.- Porque vivimos en un país hipócrita y estúpido a veces. Los periódicos y muchos de los teatros oficiales tienen problemas con el título de la obra y con el desnudo de la protagonista. Mientras tanto, os podéis imaginar cuántas mujeres desnudas vemos cada día en los carteles o en la televisión. Por no hablar del contenido, que no puede “nacer” de la mano de algunos agentes culturales o representantes de instituciones que tienen un pasado ideológico determinado, y que ahora se comportan con fascistas sutiles.

 

P.- ¿Cuál es la realidad del teatro en Italia hoy en día?

 

R.- Creo que para las artes no hay una situación peor que la que se vive en Italia. Yo, personalmente, lucho en una red de teatros ocupados, que es uno de los pocos lugares en Italia donde los artistas realmente pueden encontrar su hogar y donde todavía pueden trabajar y crear libremente.

 

P.- ¿Existe un trasfondo político en la obra? ¿Se trata de una crítica abierta a la sociedad italiana en concreto o, más bien, a nuestra sociedad contemporánea en general?

 

R.- Por supuesto que existe ese trasfondo, pero no de una forma moral. Es como una pintura o una canción. Puede que como un poema. La Merda hace referencia a nuestro tiempo presente, pero sin estancarse en él. Ha sido escrita por un autor italiano, pero no habla sobre Italia. Esta es también una de las razones de que sea una pieza que puede ser entendida por muchas personas, en diferentes lugares.

 

P.- ¿Podría decirse que estamos ante una obra feminista? ¿Resulta complicado ser una mujer joven en Italia y en Occidente hoy en día?

 

R.- Se trata de un libreto que habla sobre cómo nos podemos llegar a humillar a nosotros mismos o sobre cómo podemos ser humillados como seres humanos. Y lo cierto es que las mujeres se hallan más a menudo en esta situación. Pero no olvidemos que La Merda ha sido escrita por un hombre.

 

P.- La Merda es una sátira sobre la imagen del cuerpo, la fama y la política; habla sobre la búsqueda de la celebridad y el consumismo, en boca de una mujer joven y ansiosa. ¿Puede avanzarnos más detalles sobre todo ello?

 

R.- Toda la obra es una corriente de consciencia. Esto significa que no puede ser explicada de una forma simple. Hay toda una vida en ella; la vida de una joven dispuesta a hacer cualquier  cosa para alcanzar lo que cree que es importante en nuestra existencia. Cada persona podrá encontrar diferentes historias en la obra, aquellas que retumban en su mente.

 

P.- ¿Tiene miedo de que la encasillen en este papel?

 

R.- Yo no llamaría a esto un “papel”. La protagonista nos muestra mucho de lo que se esconde dentro de un ser humano: la ansiedad, el temor, la venganza, el dolor, la humillación, el luto, el amor. Y la escritura es muy poética y al mismo tiempo grotesca. Estas dos características hacen que la interpretación no pueda encasillarse de una u otra manera.

 

P.- Interpreta La Merda en inglés, francés y, por supuesto, italiano. ¿Se atreverá también con el español?

 

R.- Estamos pensando en ello. Si mi cerebro no estalla antes.

 

P.- ¿Han tenido alguna vez algún problema a la hora de representar la obra en Italia? ¿Y en el extranjero?

 

R.- En Italia, solo una vez hemos estado en un Teatro Stabile (o, lo que es lo mismo, en teatros públicos, habitualmente gestionados de una manera conservadora). Los periódicos han mostrado reticencias para escribir el título. Por lo tanto, sí hemos tenido algún que otro problema. Pero hemos logrado hacer la obra porque existen espacios singulares y hay gente muy especial que desea presentar nuestro trabajo ante el público de sus ciudades. Y también porque en todos los sitios a los que vamos, las entradas se agotan con antelación y la gente viaja desde lejos, peleándose por entrar, como si se tratase de un concierto de rock. En el extranjero, nunca hemos tenido problemas por ahora. 

Foto: Guido Harari