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Artículos y entrevistas

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Una aproximación a Daisy

De Rodrigo García

El autor y director Rodrigo García, una de las voces más rabiosas y certeras de nuestro teatro contemporáneo, ha seleccionado especialmente para nuestros lectores un extracto de su obra Daisy, como un aperitivo de lo que se podrá ver en los Teatros del Canal a finales del mes de mayo.

«Comprar, para distraerse. Beber, para charlar. Sonreír, para no dar miedo. Besar, para sentir la piel. Jaulas, para los animales salvajes. Agua, para echarle sal. Desierto, para poder soñar. Ángeles, para los pintores. Monstruos, para hacer películas de terror. Cien euros, para pensar qué hago. Una barra de pan, para el desayuno. Asturias, para vivir. Una canción, para poder cantar. Fiestas del pueblo, para comer gratis. Resfriado, para quedarse en la cama. Edredón, para sentirme protegido. Avispas, para incordiar. Un kilo de patatas, para hacer puré. El Mediterráneo, para sentirme a disgusto. Mis hijos, para estar preocupado. Motocicleta, para sentir el aire. Botas, para sacarles brillo. Sentimientos, para usarlos. Papel, para imaginar. Agujero, para penetrar. Lengua, para los helados. Precios, para medir mis posibilidades. Aire, para los neumáticos. Petróleo, para moverme al ritmo de los demás. Amor, para darlo.

Roma, para regresar. Niños, para jugar. Cine, para ocupar dos horas. Discos, para ocupar dos horas. Chinos, para fabricar cosas. Puertas, para abrir y cerrar. Brasas, para el entrecote. Paraguas, para que nadie se moje. Trenes, para ir de visita. Fotos, para recordar mi vida. Perfume, para sentirme extraño. Fútbol, para poder discutir. Dios, para cuando tengo miedo. Manzanas, para que los gusanos tengan su casa. Fresas, para mirarlas. Médicos, para acrecentar el miedo. Nubes, para mirar al cielo. Fuentes, para decorar ciudades. Rosas, para pincharme las manos. Cigarros, para observar el humo. Bolígrafos, para escribir cartas. Fantasmas, para tener más miedo. Asociaciones, para estar acompañado. Misiles, para daños colaterales. Empleo, para tener dinero. Cabeza, para usar sombrero. Perritos calientes, para echarles mostaza. Dientes, para poder comer. Hambre, para freír huevos. Lluvia, para que el campo esté vivo. Tierra, para las sepulturas. Vacas, para ordeñar. Mermelada, para tostar pan. Dibujos, para embellecer los libros. Cuentos, para que el niño duerma. Arco iris, para extasiarme gratis. Discusiones, para entender mejor. Saliva, para que no se me seque la boca. Leche, para el café. Biblioteca, para no sentirme solo. Molde, para que el flan sea flan. Números, para poder contar. Peces, para habitar el río. Rocas, para tropezar. Dedicatorias, para ensuciar los libros. París, para ir de vez en cuando. Personas, para vivir con ellas. Madre, para alumbrar un hijo. Manos, para que tengan callos. Alambradas, para acotar espacios. Cordones, para que las zapatillas no se salgan de los pies. Cera, para que las iglesias cobren un euro por cada vela. Inyecciones, para perforar la piel. Tatuajes, para gastar dinero. Ropa, para gastar dinero. Murmullos, para prestar atención. Barrenderos, para que la ciudad despierte limpia. Cables, para poder llamarte. Satélites, para poder verte. Neblina, para ocultar la montaña. Cinturones, para no arrastrar los pantalones. Langostas, para pescarlas. Narciso, para que haya espejos. Mecheros, para quemar el monte. Dianas, para fallar. Cero, para volver a empezar. Antibióticos, para combatir un virus. Embutidos, para los cuchillos. Magia, para sorprendernos. Whisky, para charlar con amigos. Ducha, para empezar el día. Actores, para las obras de teatro. Sudor, para poner la lavadora. Mercurio, para saber la temperatura. Ballenas, para cantar. Sifón de soda, para el vaso de vino en verano. Arrugas, para definir los rostros. Pelos, para las máquinas de afeitar. Rayos x, para detectar un hueso roto. Preservativos, para disminuir el placer. Tickets de metro, para moverme como un ciudadano. Pantalones vaqueros, para sentirme incómodo. Calzoncillos, para que los cojones no anden dando brincos. Sangre, para los tampax. Problemas, para resolverlos. Riesgos, para correr riesgos. Revoluciones, para que muera gente. Muebles de madera, para talar el bosque. Lechuga, para la ensaladera. Abanicos, para combatir el calor. Aire acondicionado, para pillar resfriados. Charcos, para saltar. Brasil, para viajar a Brasil. Mejillones, para la sopa de pescado. Generosidad, para convivir. Cabello, para el champú. La mentira, para que nos descubran. Robar, para que el corazón se acelere. Mujeres, para follar. Mapas, para conocer el mundo. Grasa, para que el costillar quede sabroso. Escuela, para que todos pensemos igual. Carrera, para parar a descansar. Acantilado, para sentir vértigo. Puentes, para unir. Algodones, para desinfectar heridas. Tiritas, para proteger las heridas. Aeropuertos, para cambiar de vida. Fiebre, para tiritar. Perros, para darles huesos. Música, para bailar. Autobuses, para poder dormir. Azafatas, para poner el respaldo de tu asiento en posición vertical. Labios, para el primer beso. Tintorería, para la ropa que no podemos lavar en casa. El Quijote, para abrirlo y cerrarlo. Nécoras, para comer con las manos. Visiones, para escapar de la realidad. Amor, para amar al perro. Chicle, para tener algo en a boca. Pupilos, para que haya maestros. Luz, para no tropezar. Moscas, para poder espantar. Piano, para ser felices. Cebras, para deleitarnos con solo mirarlas. Pepinos, para el gazpacho. Derrotas, para los perdedores. Salmonetes, para freír. Ejércitos, para fabricar armas nuevas. Papel higiénico, para tener algo en común con todos. Bolsas de basura, para salir a tirar la basura. Viñedos, para que haya botellas. Bolas anales, para el culo. Circos, para los elefantes».

Foto: Christian Berthelot