Danza española contemporánea
El espectáculo es sobrecogedor, impresionante, con una visión de la danza española absolutamente novedosa. ABC
Inspirado y fascinado por los libros Ángel Gitano y Mil Besos no podía yo limitarme a copiar tanta belleza. Las magistrales sesiones fotográficas de Ruven Afanador en Andalucía son irrepetibles: es irrepetible la alquimia que allí se dio entre el fotógrafo y figuras del carisma de Israel Galván, Matilde Coral, Eva Yerbabuena, José Antonio o el mismísimo Rubén Olmo.
Mi viaje empieza donde terminan aquellas sesiones, y cuando termino de soñar con ellas, incapaz de recordar los detalles completos o de someterlos a una lógica que se ha perdido por el camino, aparece el afán del despertar.
Afanador eclosiona en la tensión entre la fascinación que se emana de las fotos de Ruven Afanador, y mi propia fascinación por todo el misterio, tan diurno y a la vez tan nocturno, que en su día fascinó a Ruven. Estudié fotografía y soy nieto de fotógrafo. Aunque nunca me dediqué profesionalmente a la fotografía siempre la tuve muy presente en mi trabajo como creador de mundos y director de escena. Con su impresionante labor de escenificación y evocación de la imagen, Ruven Afanador me ha impulsado a reflexionar sobre el parentesco vital entre composición fotográfica y coreográfica: el desafío carnal que es, en ambas, capturar la vida – eso, que, por definición, no se deja capturar.
Ruven Afanador observa el flamenco a través de una lente deformante, hecha de sueño, deseo y memoria. Si los elementos de la tradición son tranquilizadores por definición, ¿qué ocurre cuando estos se vuelven extraños e irreconocibles? La mirada surrealista de Afanador sobre el flamenco es muy parecida a la mirada sobre el mundo que ha nutrido en estos años mi trabajo al mando de La Veronal: no representar el mundo que existe sino inventar uno nuevo.
Marcos Morau
El Ballet Nacional de España (BNE) es la compañía pública referente de la danza española desde que se fundó en 1978, con Antonio Gades como primer director. Su finalidad es preservar, difundir y transmitir el rico patrimonio coreográfico español, recogiendo su pluralidad estilística y sus tradiciones, representadas por sus distintas formas: académica, estilizada, folclore, bolera y flamenco. Su programación combina la creación con la preservación del repertorio tradicional de la danza española y la incorporación de nuevas creaciones. En este sentido, el BNE está abierto a las vanguardias y las nuevas tendencias. El BNE ha obtenido a lo largo de su existencia diversos premios nacionales e internacionales, entre los que destacan el Premio a la Crítica al Mejor Espectáculo Extranjero (1988) del Metropolitan de Nueva York; Premios de la Crítica y del Público (2002) a la coreografía de Fuenteovejuna, de Antonio Gades, en el VI Festival de Jerez; Premio Cerinos (2018) del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida; y en 2010, el Festival Internacional del Cante de las Minas le concedió el Premio Extraordinario a las Artes Escénicas por su “magnífica contribución a la preservación y difusión del mejor flamenco”.