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Boletín de Demografía y Salud. Nº 64. Marzo 2004


En este boletín se incorporan los acontecimientos recogidos durante el primer semestre de 2003, y se consolidan como definitivos los relativos a nacimientos y matrimonios de todo el año 2002, y prácticamente definitivos los de defunciones.

            En los nacimientos, los datos definitivos de 2002 confirman el mantenimiento en el crecimiento del volumen absoluto de acontecimientos de residentes, que desde 1998 supera los tres mil casos anuales, situándose para 2002 en 63.153 nacidos. Los indicadores asociados a estos acontecimientos también se incrementan, tanto la tasa bruta de natalidad que se sitúa en 11,23 por mil, como la general de fecundidad (30,64 ‰) y el índice sintético de fecundidad (1,27 hijos por mujer). En cambio, las edades medias al nacimiento de los hijos si pueden iniciar un periodo de estancamiento, no tanto por su ligera reducción respecto a 2001, como por el diferencial entre las edades de madres españolas y de extranjeras, que continúan en sentido opuesto, aumentando las de españolas (32,15 años para todos los nacidos y 30,78 para el primer hijo), y disminuyendo la de extranjeras (28,41 y 26,85 respectivamente). En los últimos cinco años, las madres españolas han retrasado su maternidad un año, mientras que las madres extranjeras lo han adelantado también un año. Así, mientras en 1997 no llegaba a dos años el diferencial de edad entre ambos grupos, para 2002 ese diferencial supera los cuatro años. Como el peso de los nacidos de madres extranjeras sigue aumentando, pasando de un 7,14% en 1997 al 17,37% en 2002, la edad media al nacimiento de las madres residentes en nuestra Comunidad, vendrá afectado por ese rejuvenecimiento de las madres extranjeras.

            Otra característica destacada de los nacimientos es el aumento en el número de ocurrencias fuera del matrimonio, que suponen ya para 2002 casi una cuarta parte del total de nacidos (24,15%), cuando hace cinco años se situaba en el 14,65%. También aquí el comportamiento de las madres extranjeras está afectando significativamente, puesto que mientras los nacidos fuera del matrimonio de madres españolas se sitúa para 2002 en el 19%, los de madres extranjeras superan el 48%.

            Respecto a las defunciones, los últimos datos siguen la tendencia de los últimos años en la mejora de los indicadores de mortalidad. El aumento de la edad media a la defunción, situado para hombres en 2002 en 71,36 años y para mujeres en 80,01, mejora en 2 y 5 décimas respectivamente las del año anterior, y casi año y medio en los últimos cinco años. Esto hace que, aunque la edad media de la población madrileña siga aumentando, la tasa bruta de mortalidad disminuya ligeramente. A ello contribuye una tasa de mortalidad infantil muy baja, del 3,66‰, la más baja de la historia de la Comunidad de Madrid, que se dio por primera vez en 1999.

            En este caso, como la población extranjera tiene una estructura muy joven, las defunciones de este colectivo apenas suponen el 1,5% del total, y las edades y causas, por tanto, significativamente distintas a la de los españoles.

            El diferencial entre nacimientos y defunciones origina un crecimiento natural para 2002 de 23.887 personas, lo que supone un aumento en 2.652 personas respecto al crecimiento natural de 2001, y debemos remontarnos hasta 1986 para encontrar una cifra similar.

            En cuanto a los matrimonios, se sigue observando para 2002 el continuo retraso en la edad al matrimonio, no sólo como efecto de las segundas nupcias, puesto que lo hace en el mismo sentido la correspondiente a solteros. En los esposos, la edad media al matrimonio se sitúa para 2002 en 30,89 años, y para las esposas en 29,46, lo que supone un retraso de 0,7 y 0,8 años respectivamente en los últimos cinco años. Estas cifras son, años tras año, las más elevadas en la historia moderna de nuestra región. El comportamiento diferencial según sean españoles o extranjeros sigue existiendo, aunque apunta en los últimos años hacia el acercamiento. En la actualidad la edad media al matrimonio de los esposos extranjeros es inferior a la de los españoles en un cuarto de año, y en las esposas la diferencia también es de un cuarto de año pero superior en las extranjeras.

            Si atendemos a la composición de los matrimonios por nacionalidad de los contrayentes, observamos un paulatino crecimiento de los matrimonios mixtos, entendiendo como tales, en los que alguno de los contrayentes es extranjero. Para 2002, el 8,68% de los matrimonios eran de este tipo, el 3,6% entre españolas y extranjeros, y el 5,08% entre españoles y extranjeras. Los matrimonios en los que ambos cónyuges eran extranjeros supusieron el 3,24% de los casos, de los cuales el 2,58% correspondieron a matrimonios cuyos cónyuges tenían la misma nacionalidad.



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