Flamenco
La relación que tenemos con nuestros estados hace que nos planteemos si la estabilidad es una utopía o algo tangible. Si es duradera o si es temporal; si nos gusta o la rechazamos; y a su vez, que entendamos el desequilibrio como necesario para sobrevivir.
¿Qué le pasa a nuestro cuerpo y a nuestra mente cuando busca el orden y se siente cómodo en el caos?
En la cuerda floja: nos pondremos a prueba... Decidir, acompañar, atravesar, estar en el momento y reconocerlo. Equilibrio... Inventar, intentar conseguir algo y no lograrlo. Desequilibrio... Y generar más energía para conseguirlo... Ahí empieza todo.
La bailarina y bailaora Ana Morales (Barcelona, 1982) llena la escena con sus movimientos de amplias formas, convertida ya en una de las máximas representantes de esa generación de artistas que ha venido a revolucionar el flamenco actual. “Intensidad, elegancia, sensualidad”, con estas palabras describió Didier Deschamps, director del Thêátre Chaillot de París, el trabajo de Morales.
La técnica, la presencia escénica y el conocimiento sobre el arte de la danza marcan las coreografías de esta “Novia del viento”, como la definió el crítico Manuel Martín Martín en El Mundo. Formada en contemporánea y flamenco, sus creaciones se caracterizan por la búsqueda de un discurso coreográfico que refleje su momento vital: el presente emocional atraviesa todas sus obras. Así, sus espectáculos evolucionan al paso de sus transformaciones personales, en piezas que cruzan fronteras con otras artes y que recurren a la técnica de la improvisación como germen del movimiento.