RUTAS DE NAVIDAD

Mantecados de Jerez, naranjines, sequillos, nevaditos, pastas de té, pastas de almendras, galletas…

En pleno corazón del barrio de los Austrias, en el Monasterio del Corpus Christi, se ubica la congregación de las Jerónimas, llamadas popularmente "Las Carboneras" por un cuadro de la Inmaculada que se encontró en su carbonería. Del convento se desprende un aroma a anises que procede de los dulces que elaboran artesanalmente las monjas que viven aquí, y venden a través del torno. Mantecados de Jerez, naranjines, sequillos, nevaditos, pastas de té, pastas de almendras, galletas… La receta de este surtido de manjares, que se venden en cajas de un kilo de peso, es la más antigua entre los postres conventuales de Madrid.

Almendras garrapiadas

En el casco antiguo de la ciudad complutense se encuentra la comunidad de monjas Clarisas, habitando el Convento de San Diego, que se fundó como beaterio y más adelante se convirtió en congregación. A estas monjas se las conoce popularmente como "almendreras" o "las Diegas de Alcalá", en referencia al único y espectacular dulce que elaboran: las almendras garrapiñadas, almendras cubiertas de un almíbar grumoso que les aporta un toque muy dulce y firme.

Mermeladas, compotas e higos carmelinos

El matrimonio que formaban Íñigo de Cárdenas y Zapata, caballero de la Orden de Santiago, e Isabel de Avellaneda fundó este convento que se construyó en 1596. Su iglesia es de estilo barroco, la nave principal está cubierta por una bóveda de cañón y, tras los muros, nos conquistan el paladar por un sabor frutal: las Carmelitas Descalzas elaboran mermeladas y compotas de forma completamente artesanal, a base de azúcar y frutas de temporada que recogen de su propio huerto. Entre todos los frutos, los higos carmelitanos son los que más fama tienen. Las mermeladas se presentan en tarros de vidrio envasadas al vacío, lo que permite conservar los delicados aromas de estas frutas seleccionadas.

Rosquillas fritas, los soplillos, turrón de praliné de almendra y pasta de almendra con masa de mazapán y mantecados nevados

El monasterio lo fundó en 1653 el V Conde de Chinchón, Francisco Faustino Fernández de Cabrera y Bobadilla. El edificio lo forma un complejo que componen la iglesia conventual clasicista, que sigue el modelo herreriano, y el convento. Con la sabiduría acumulada durante siglos, las monjas Clarisas están ora et labora una amplia gama de dulces, entre los que destacan las rosquillas fritas, los soplillos, turrón de praliné de almendra y pasta de almendra con masa de mazapán y mantecados nevados, preparados con un toque de aguardiente con zumo de limón y hojaldrado. En Semana Santa también se pueden adquirir los tradicionales hornazos.

Turrón de la abuela, mazapanes, pastas castellanas, trufas de chocolate, empanadas de atún, tarta de almendras, almendrados de la abuela…

Se construyó por iniciativa del Duque de Lerma, siguiendo el fervor religioso del siglo XVII. La fachada es de aparejo toledano, y la entrada a la iglesia se remata con la escultura de Santa Clara. Aquí, las Clarisas no se limitan a la repostería; también abarcan el sabor salado: pastas castellanas, trufas de chocolate, empanadas de atún o tarta de almendras, además de otros exquisitos dulces como los almendrados de la abuela, las pastas corazones y las pastas florecillas.