Juan Domínguez (Valladolid, 1964), que se define a sí mismo como “payaso conceptual, poeta-modelo, narrador desatado y curador del placer”, pertenece a la generación de la danza española que debutó a finales de los años 80, junto a creadoras tan destacadas como Blanca Calvo, La Ribot, Olga Mesa y Ana Buitrago.
Formado en danza clásica, contemporánea y vídeo en España y Estados Unidos, introdujo el vídeo en su práctica escénica y cuestionó los códigos coreográficos. A partir de 1999 abrazó lo conceptual con The taste is mine, una creación sobre la propia danza, y con la performance Todos los buenos espías tienen mi edad, de 2002, donde permanecía sentado ante una mesa exhibiendo cartones escritos que los espectadores veían proyectados en una pantalla. "Antes, mi gran tema era el movimiento, la danza pura, la abstracción. Ahora he incorporado la palabra, la frontera entre danza y teatro es mucho más permeable", declaró en una entrevista.
Su nuevo proyecto, el número 24 de sus performances realizadas este siglo, despegará en el Festival de Otoño. Dirty es aún un asomo de la obra completa, por lo que Domínguez mostrará “la primera de las 3 fases de exploración”.
Según el artista vallisoletano, “este proyecto trabaja la idea de cambio de paradigma, tocar con el lenguaje, escuchar con el tacto”. Y deja, por escrito, como avance, algunas palabras que pretenden sugerirlo: “piel, epidermis y cartílago, antena parabólica, melanina, ondas, sin ondas, tímpano, membrana ovalada y flexible, martillo, yunque, estribo, folículos pilosos….”