Que un festival artístico especializado alcance cuarenta ediciones no solo refleja un empeño cultural sostenido, sino, como ocurre con el Festival Madrid en Danza de la Comunidad de Madrid, una decisión de política cultural de calado. Y ello porque esta cita no está concebida como un simple muestrario acumulativo de la producción de compañías nacionales e internacionales, sino como un proyecto cultural de formación, conocimiento y desarrollo de esta disciplina, que quiere permear a toda la sociedad.
Madrid en Danza quiere ser detonante de vocaciones, de estímulos para nuevas creaciones, una guía de rupturas de la propia disciplina (o de asentamiento renovado de las tradiciones coreográficas), que busca suscitar el asombro y, más allá, contribuir al enriquecimiento personal y colectivo del público, los profesionales y los creadores.
Un festival de estas dimensiones, sin embargo, no se sostiene por sí mismo solo durante los días en que atrae la atención de sus espectadores, de los medios de comunicación y de la propia profesión, sino que representa la culminación de esa larga y sostenida política cultural que recorre la acción pública del Ejecutivo regional.
En primer lugar, llevando la enseñanza de la danza a 450 centros educativos madrileños a través del Plan Integral de la Danza, pero también apostando por la programación coreográfica en los Teatros del Canal y en los diferentes espacios de exhibición de la región, así como apoyando el sostenimiento del Centro Coreográfico Canal y del Ballet Español de la Comunidad de Madrid.
Pero convengamos en que sí, Madrid en Danza sobresale como un brillante apogeo entre la suma de todos esos esfuerzos por dar prioridad a la danza en el circuito cultural español e internacional.
Así, las nuevas corrientes, las singularidades de las búsquedas creativas dentro de las diversas tradiciones coreográficas y la sorpresa se darán cita a partir del 8 de mayo en el festival.
Y lo harán de la mano, por ejemplo, del Ballet Preljocaj y Requiem(s) o de Wim Vandekeybus, que vuelve al festival con Infamous Offspring, así como de otros 23 espectáculos de coreógrafos y compañías procedentes de España, Francia, Bélgica, Dinamarca y Canadá con guiños a la propia historia del festival, rescatando algunos de los hitos que han quedado en la memoria de sus espectadores, como Le Sacre du printemps, de la coreógrafa canadiense Marie Chouinard.
Un catálogo incomparable de un arte que transforma el movimiento en una representación tanto del mundo de ayer como el de hoy.
Mariano de Paco Serrano
Consejero de Cultura, Turismo y Deporte