María Velasco
Una imagen falta al final. Ninguno de nosotros asistirá, vivo, a su propia muerte (...). El hombre y la mujer imaginan interminablemente su descenso hacia los muertos, al otro mundo, el de las sombras. Es lo que los griegos llamaban Nêkhuia" (Pascal Quignard). Pese a que el suicidio es la primera causa externa de defunción -cada cuarenta segundos alguien se suicida en el mundo-, la muerte continúa siendo un tabú. Este proyecto escénico, pretende mezclar experiencias autobiográficas, literatura y ensayo... ¿El objetivo? Mirar a la muerte de frente (más allá del malditismo y/o el sensacionalismo), para poder afrontar nuestro día a día, de seres murientes, consecuente y plenamente, con humor y amor -he ahí la extraña pareja: Eros y Tanatos-. En este "boxeo para células y planetas" (como dice Angélica Liddell), hay una esperanza de vida (cada vez mayor en los países desarrollados) pero también la certeza de que solo se muere una vez. "Petite mort" resuelve una cita obligada con los defensores del "bel morir" (¿te atreves a ser contemporáneo de los muertos?) rastrea las manifestaciones contemporáneas de la danza de la muerte (con concesiones al humor negro) y traduce nuestros miedos ancestrales, pero también la inescrutable atracción por el abismo, en partituras de movimiento y pequeños textos que se saben cartas de despedida.