Con Paradise in the Jar Odyssey 2001 Dairakudakan nos propone una fascinante aventura en la que acompañamos a una familia muy particular, una odisea compuesta por una sucesión de escenas llenas de imágenes fantasmagóricas y momentos poéticos, de un humor grotesco pero también de una belleza sublime.
Lo macabro y lo mágico se dan la mano en un ejemplo de libertad creativa que intenta traspasar las fronteras entre la danza y el teatro, a la vez que las limitaciones de ambas disciplinas, y en el que el humor y el drama se mezclan. Ese ha sido siempre el objetivo de la compañía de Akaji Maro y el camino que Kumotaro Mukai ha decidido seguir. En palabras del propio Maro “cuando coges toda esa miseria y le das la vuelta, ésta puede llegar a brillar”.
En el escenario, nueve intérpretes de ‘butoh’ escenifican esta aventura rodeados por un acompañamiento escenográfico mínimo a la vez que muy significativo e impactante. Sus únicas herramientas son sus propios cuerpos, casi desnudos, a los que consiguen liberar de las convenciones del lenguaje corporal para convertirlos en el medio con el que expresarse de una forma directa, casi primaria, y que ha conseguido conectar con el público de los más diversos lugares del mundo. El espectador, frente a la extrañeza del mundo que observa, interpreta la obra desde su propia subjetividad.
Dairakudakan, fundada en 1972 como una de las primeras compañías de danza ‘butoh’, fue creada por Akaji Maro, basándose en los principios ‘Tempu-Tenshiki’ (nacer en el mundo es ya de por sí tener un gran talento), creado por Maro.
Aparte de ser un apasionado creador de nuevas obras, la otra misión de Maro es la de motivar a los integrantes de su compañía para que desarrollen su propia forma de expresión. Él cree en la idea del Ichinin-Ippa (un bailarín, una escuela). Como resultado, se ha ido desarrollando el proyecto kochuten, a través del cual los bailarines herederos de Maro desarrollan su creatividad y su forma de expresión en busca de nuevas formas de danza y de talentos que lideren el futuro de Dairakudakan.
Dairakudakan aparece en la escena internacional en 1982 con el estreno mundial de Kaiin no Uma (El Caballo del Marinero) en Avignon. Desde entonces la palabra ‘butoh’ ha tenido un gran impacto en otras formas de danza contemporánea. Esta agrupación ha interpretado las obras de Maro en cerca de diez países de todo el mundo, estando en los principales centros de danza a nivel mundial en ciudades como Nueva York, San Francisco o Tokio.
La compañía Dairakudakan ha sido galardonada en cinco ocasiones (1974, 1987, 1996, 1999, y 2007) con el Premio de la Asociación de Críticos de la Danza Japonesa (Buyo Hihyoka Kyokai), uno de los más prestigiosos dentro del mundo de la danza en el país nipón.
Maro Akaji es una de las principales figuras del mundo del butoh, miembro de la primera generación de bailarines que tuvieron relación directa con el mítico Tatsumi Hijikata. En 1972 fundó en solitario la compañía de butoh Dairakudakan, irrumpiendo controvertidamente en la escena artística japonesa e internacional, desarrollando conceptos estéticos y técnicos.
Su fama y prestigio superan el ámbito del butoh y Dairakudakan; aparece también en multitud de películas y series de televisión, entre sus interpretaciones destacan las realizadas en Kill Bill o en El verano de Kikujiro.
Akaji Maro es considerado uno de los creadores más importantes e influyentes del Japón actual. Es visto como uno de los renovadores del butoh, y sus aportaciones han contribuido a la influencia de este sobre la danza contemporánea occidental.
Kumotaro Mukai se unió a Dairakudakan en 1994 y, tras años de formación, lanzó la trilogía Paradise in the Jar Odyssey 2001 (2001), Return of the Jar Odyssey (2003) y The Jar Odyssey III (2005), que ha presentado en escenarios como la Japan Society de Nueva York, el Nuevo Teatro Nacional en Tokio o el Nuevo Teatro Nacional de Corea en Seúl.
Tras ser galardonado con el Premio de la Asociación de Críticos de la Danza de Japón por su trabajo como coreógrafo ha continuado explotando esta faceta de su carrera, así, en 2006, creó Tiger’s Cave y, al año siguiente, Odoro Baby que se sigue representando en Tokio, convirtiéndose en la figura más relevante de Dairakudakan tras su creador y director, Akaji Maro.