El salto de Darwin

ESPECTÁCULO POSPUESTO

De Sergio Blanco / Dirigida por Natalia Menéndez

www.entrecajas.com/el-salto-de-darwin

  • Teatro
  • Estreno absoluto
  • País: España (Comunidad de Madrid) / Uruguay
  • Idioma: español
  • Duración aprox: por definir
  • Año de producción: 2020

  • Una coproducción del Teatro Español y Entrecajas en colaboración con el Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid
Autor: Sergio Blanco
Dirección: Natalia Menéndez
Reparto: Juan Blanco (El Novio), Cecilia Freire (Kassandra), Olalla Hernández (La Hija), Teo Lucadamo (El Hijo), Goizalde Núñez (La Madre), Jorge Usón (El Padre)
Escenografía: Monica Boromello
Iluminación: Juan Gómez-Cornejo
Vestuario: Antonio Belart
Vídeo escena: Álvaro Luna
Música: Luis Miguel Cobos
Ayudante de dirección: Pilar Valenciano
Una producción de: Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid, Entrecajas Producciones Teatrales y Teatro Español

Para Darwin, será la fusión de todos los instintos sociales altruistas con la inteligencia racional lo que finalmente va a contribuir al surgimiento de comportamientos civilizadores, como lo serán la educación moral, la atención a los enfermos, la reparación de los discapacitados, las intervenciones sociales a favor de los más desprotegidos…”.
Sergio Blanco

El salto de Darwin sucede el segundo fin de semana del mes de junio de 1982, durante el cual se libra la última batalla de la Guerra de las Malvinas, que culmina con la rendición del 14 de junio. Toda la acción se desarrolla en distintos paisajes de la Ruta Nacional N°40, que recorre Argentina de norte a sur. Cada una de las escenas transcurre en torno a un Ford Falcon del año 1971, en el cual el Padre, la Madre, la Hija y su Novio atraviesan el país para esparcir las cenizas del hijo recientemente asesinado en la batalla que ha tenido lugar en la localidad de Puerto Darwin.

Dicho Ford Falcon remolca una pequeña caravana con capacidad para cuatro personas, sobre cuyo techo es posible ver al Espectro del Hijo Muerto que, con su guitarra eléctrica, entona diferentes temas musicales de los años 80. Cada vez que lo hace -y a medida que la ruta se aproxima al sur-, un viento suave empieza a levantarse. El mismo viento que viene de Beirut, Saigón, Bagdad, Kabul, Kosovo, Troya... El mismo viento que finalmente terminará trayendo una vez más a Kassandra.

En palabras de la directora Natalia Menéndez: “esta obra se mueve durante más de 3.000 km en un fin de semana de junio de 1982. Se estremece entre cinco personajes y un espectro. Se agita entre la comedia y la tragedia. Busca la paz pero está en guerra. Vamos de la “road escena” a la poética teatral. Del tiempo que parece ser, al tiempo que fue o que pudo ser. Impulsando, por un lado, el humor de muchos momentos de la obra, que se mezclan con la extrema emoción que producen otros. Con una escenografía sencilla y cuidosa. Esto es, jugar, saltar, para conseguir la apuesta que propone El salto de Darwin”. ”.



Sobre los artistas


Sergio Blanco
Sergio Blanco (Montevideo, 1971) pasó su infancia y adolescencia en Uruguay, pero hace ya muchos años que se mudó a París. Después de cursar estudios de Filología Clásica, estudia Dirección Escénica en la Comedie Française. Dramaturgo y director, sus obras han recibido numerosos galardones, como el Premio Nacional de Dramaturgia de Uruguay, el Premio Internacional Casa de Américas o el prestigioso galardón británico Award Off West End, gracias a Tebas Land. Precisamente, fue esta pieza, también dirigida por Natalia Menéndez, la que sirvió para que el público español conociera el trabajo de uno de los autores latinoamericanos más prestigiosos del momento, cuyo trabajo se estrena por igual a ambos lados del Atlántico. Estados Unidos, Londres, México, Grecia, Colombia o Suiza han acogido las piezas de Blanco, en las que la autoficción siempre juega un importante papel. El Festival de Otoño acogió en 2018 el estreno en Madrid de su aplaudida El bramido de Düsseldorf.

Natalia Menéndez
Natalia Menéndez (Madrid, 1967) es actriz, directora, dramaturga y gestora teatral. Es licenciada en Interpretación y en Dirección de Escena por la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid (RESAD). En 1987 comienza su carrera profesional como actriz, faceta artística en la que posee una amplia experiencia. En cine ha trabajado con directores como Saura, Martínez Lázaro o J.L. Bollaín; en televisión, con Diana Álvarez, Carlos Serrano, Adolfo Marsillach, Eva Lesmes, Pepe Ganga, Jaime Botella, Toni Sevilla o Paino, entre otros; y, en teatro, con Jesús Cracio, Guillermo Heras, Miguel Narros, Gerardo Malla, Jorge Lavelli o Jean- Pierre Miquel.

Menéndez ha realizado una treintena de direcciones en teatro, música, zarzuela, ópera de cámara, tanto en España como en América. Algunas de sus direcciones son: Comida, de Matin Van Velduizen; El invierno bajo la mesa, de Roland Topor; Don Juan Tenorio, de Zorrilla, en versión de Yolanda Pallín; El curioso impertinente, de Guillén de Castro; La duda, de Patrick Shanley; Las cuñadas, de Michel Tremblay; Música clásica, de Ruperto Chapi; Tantas voces, de Pirandellov, en versión de Juan Carlos Plaza; 2 Delirios, de José Sanchis Sinisterra; Realidad, de Tom Stoppard; La amante inglesa, de Marguerite Duras; La villana, de Amadeo Vives; Tejiendo la paz, estrenada en Bogotá con motivo de la Firma de Paz; Tebas Land, de Sergio Blanco; Mi niña niña mía, de Amaranta Osorio e Itziar Pascual; o Tres sombreros de copa, de Miguel Mihura.

Es autora de Llevarnos lo malo, Querido Mozart, Clic o A voces, versiona algunos textos, como Tartufo, un impostor, de Molière, y realiza una decena de adaptaciones, como La cantante calva, de Ionesco, Se van los días, de John Fosse, o Las falsas confidencias, de Marivaux.

Colabora durante más de diez años como dramaturga de danza junto a 10&10 Danza. Es directora artística de exposiciones como A tres bandas, inaugurada en Bogotá; 1812: El poder de la palabra, inaugurada en Cádiz; o Arte y Naturaleza en la prehistoria, inaugurada en Madrid. Imparte cursos, talleres y conferencias en Europa, América, África y Asia. Asimismo, entre 2010 y 2017 fue directora de la Fundación Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro y, desde 2019, es directora del Teatro Español de Madrid.

A lo largo de su trayectoria ha sido reconocida con galardones como el Premio Chivas a la mejor dirección novel por El invierno bajo la mesa (2006) o los premios Ojo Crítico y Ágora del Festival de Almagro por La discreta enamorada, ambos en 1996. Obtiene la medalla Celcit en 2013 y en 2017 ingresa en la Orden Civil de Alfonso X el Sabio, en la categoría de Encomienda.



En pimera persona


“Escribí El salto de Darwin después de haber escrito Kassandra y Barbarie, que son dos obras que hablan del fin del lenguaje y que lo terminan deshaciendo por completo: en Kassandra el español es directamente eliminado –la obra está escrita en inglés– y en Barbarie es destrozado hasta el punto de que los personajes solo terminan gruñendo como si fueran bestias –bárbaros en la Antigüedad eran los que no tenían lenguaje–. Me detengo en esto, para explicar lo siguiente: El salto de Darwin es una obra que me reconcilia con el lenguaje, es un texto en donde las palabras vuelven a habitar a los personajes, en donde el español vuelve a contener sus historias y en donde la lengua les construye como sujetos.

Siempre insisto en que El salto de Darwin es un texto de reconciliación con la experiencia lingüística, ya que es una obra en donde hago las paces con mi lengua materna. Es por esto que el tema principal de la pieza es la celebración del fin de la guerra, la condena férrea del combate bélico y la ridiculización de la contienda militar: El salto de Darwin es un texto que festeja paz.

Road movie que va entonces de la guerra a la paz, esta obra trata de deconstruir esa maquinaria siniestra que hemos inventado los hombres -y no la mujer- para destruirnos los unos a las otras y que desafía el principio darwiniano de que lo que nos distingue de las demás especies es nuestro altruismo. En este momento en que nuestra contemporaneidad está inventando guerras de todo tipo y a toda hora -como si no hubiéramos recibido bien la lección de lo que fue el siglo XX-, El salto de Darwin viene a alertarnos de que la condición humana puede en cualquier instante regresar como especie a un estado animal. En las road movies, los personajes siempre parten de sus casas buscando un mundo mejor -una tierra prometida-, para construir una vida mejor: a esto mismo nos invita El salto de Darwin.

Saber entonces que este texto que significa mi reconciliación con mi lengua materna va a ser representado en Madrid, que es el lugar geopolítico por excelencia de este hermoso idioma, es para mí algo profundamente conmovedor. El español es la única lengua en donde la palabra paz tiene como última letra aquella letra que cierra todos los alfabetos: nuestra lengua ha comprendido a la perfección que la paz es lo único que cierra y pone un fin definitivo al horror es la guerra. Seguramente es por eso que esta obra solo la podía escribir en esta lengua”.


Sergio Blanco



"Salto. Quiero seguir saltando. Desde todos los lugares posibles, de todas las maneras que puedo y pueda ofrecer. Apuesto por la teoría de Darwin, toda mi vida he creído en ella. Por eso hoy aporto El salto de Darwin, de Sergio Blanco.

Esta “road teatro” que nos lleva de la comedia a la tragedia, que nos enseña la ingenuidad y la perversidad humana, de lo más conmovedor a lo más detestable del ser humano, me atraviesa de tal manera y me conmueve tanto, que siento la necesidad de montarla. Me interesa todo lo que de ella rezuma, el estudio que su autor hace de los porqués de la guerra, que empieza como un juego y que se va pervirtiendo o que ya estaría en nosotros, en esos animales llamados humanos. Al mismo tiempo, se desarrolla una petición de paz con sus saltos, con su ternura, con sus detalles, con su amor por la diferencia, con la compasión y el entendimiento hacia el otro, con un deseo muy concreto de evolución del ser humano. Que esa evolución sea hacia el salto de Darwin. Eso es lo que me hace apostar firmemente por esta completa, lúcida y apasionante obra.

Humor y dolor atraviesan los personajes sin avisar. En un minuto pasamos de la risa al llanto, porque el tiempo es y no es, no existe, es siempre. Porque la guerra ha sido siempre. Porque la paz es siempre.

Una familia argentina, como anécdota vital, lleva las cenizas de su hijo y hermano, para esparcirlas por el glaciar. La guerra sucede en ese camino de cenizas, la de las Malvinas, como muerte, la que mató al hijo y hermano, la que mató al soldado. Una guerra absurda, como todas las guerras.

Aparece un ángel, Kassandra, la “hermana de los hombres”, sacerdotisa de Apolo, la que habla con los muertos y predice el futuro. La que servirá para limpiar, para curar, para restablecer a esa familia y que puedan por fin regresar a casa en calma.

Pido a todos que saltemos con esta obra de teatro. Ruego por ello. Saltemos todos. Que todos abracemos la PAZ”.


Natalia Menéndez



Información práctica


Información completa del espectáculo Venta de entradas