"Los lugares verdaderos nunca están en los mapas", escribía Melville en Moby Dick. Sergio López, alma de la compañía Teatro Percutor, con la que lleva 15 años produciendo obras y viajando, presenta una adaptación libre, creativa y sin artificios, de la novela protagonizada por la gran ballena blanca. Es la primera pieza de un tríptico que reflexiona, a través de esto que él llama teatro de cosas, sobre la necesidad del ser humano de partir, salir, moverse. La trilogía lleva como título genérico Viajes. Este primer viaje tiene como destino uno de esos lugares verdaderos que no salen en los mapas, un viaje al infierno, al infierno interior de un hombre que, como tantos otros, está obsesionado por doblegar a la Naturaleza y a ese empeño se entrega con pasión, rabia, dolor y placer. Son viajes como estos los que nos alejan de tierra firme, los que nos quitan la solidez de debajo de los pies. Objetos, títeres, música, luz, al servicio de una miniatura para unas 30 personas (a la que se puede asistir a partir de los 12 años de edad), que quiere que el público duerma en la posada con Ismael y Queequeg, que se asome por la borda del Pequod y que huela el mar, o que al menos lo oiga. Solo hace falta la imaginación, la oscuridad y el silencio. A la que no veremos es a la famosa ballena blanca, aunque pero como siempre ocurre con los verdaderos protagonistas de las historias, aunque no estén, están por todas partes.