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El innovador coreógrafo Marco da Silva Ferreira, uno de los 4 nominados al premio The Rose 2024 de Sadler’s Wells, se retiró de la natación profesional a los 16 años, pero no renunció a la actividad física, una necesidad para él vinculada al placer y la autoestima, que halló también en la danza. A ella accedió a través de los estilos urbanos (hiphop, popping, breakdance, house dance). A los 20 años avanzó en el conocimiento de esta forma de expresión y desembocó en la danza contemporánea, iniciando una trayectoria que lo llevó de Portugal a más allá de sus fronteras. Desde su debut como coreógrafo en 2013 ha forjado una carrera en la que la danza urbana alterna con el ballet y el mundo de las discotecas y los clubes de noche con el folclore. Y esta historia del propio Da Silva Ferreira, la de un nadador convertido en un bailarín multidisciplinar, es la que se despliega en F*cking Future.
Con esta pieza, el coreógrafo y bailarín continúa la exploración de la masculinidad que había hecho en Carcaça (2022) y Bisonte (2024). Ahora, amplía el foco y celebra el cuerpo a partir de un recorrido por temas como la virilidad, la violencia y su relación con el patriarcado. En un escenario cuadrangular, que bien podría evocar un ring de boxeo en torno al cual se dispondrán los espectadores, ocho bailarines, entre ellos el propio da Silva, encarnan diversos arquetipos masculinos a través de los cuales el coreógrafo denuncia el sistema patriarcal violento y apunta a sus zonas frágiles. En ese movimiento, evoca el tiempo de la dictadura portuguesa y reivindica la fuerza subversiva de la danza frente a un poder que controlaba los cuerpos.
Figuras queer, bailarines machos, eróticos… se suceden en ese mundo dominado por fuerzas patriarcales y militantes, frente a las cuales Marco da Silva Ferreira ofrece una visión alternativa del futuro con una mezcla de danza urbana africana y folclore portugués. Y lo hace desde la confrontación, rechazando el universalismo ingenuo y la utopía de vivir juntos en armonía.