Lo que cuenta Re Chicchinella es, a la vez, serio y digno de risa. Se basa en uno de esos cuentos morales que el escritor italiano del siglo XVI Giambattista Basile reunió en su famosa colección de relatos de hadas Lo cunto de li cunti (Cuento de cuentos). Un rey que está cazando tiene una necesidad imperiosa y se limpia con lo que tiene más a mano: una gallina que cree muerta. Pero no lo está. El animal se le mete en el cuerpo y a partir de entonces expulsará, a través del cuerpo del rey, huevos de oro, para desgracia del gobernante, que no puede soportar el dolor, y para satisfacción de sus familiares y la corte, que ven la riqueza acumulándose ante sus ojos.
Con esta alegoría grotesca sobre la hipocresía y la avaricia, la directora italiana Emma Dante cierra, después de Pupo di zucchero y La scortecata, una trilogía de espectáculos basados en cuentos de Basile, que es a la cultura italiana lo que los hermanos Grimm a la literatura alemana o Perrault a Francia. Dante es una de las figuras más destacadas de la escena italiana y ha proporcionado momentos gozosos al teatro de su país con sus interpretaciones físicas y crudas y con su planteamiento irreverente.
La intención de Dante con este montaje ha sido zarandear a los espectadores. Admira la obra de Basile por su crudeza, su barroquismo y vulgaridad, concebida entonces de manera que hasta los niños pudieran comprender el mundo tal y como es. Como en los otros espectáculos de su trilogía, Dante somete los cuentos a una reescritura feroz, a una tergiversación consciente para llegar a su propósito, que es en este caso, afirma la directora italiana, contar “los defectos de una familia completamente indiferente y fría, abordar el poder y mostrar cómo puede destruirlo todo”. Y lo hace mediante lo burlesco, lo cruel, la gesticulación como de marionetas de sus personajes y con un ritmo musical, casi bailable, que imprimen las pavanas barrocas o la música de Franco Battiato.