La primera vértebra de la columna, la que sujeta la cabeza, se llama Atlas, igual que el gigante al que castigó Júpiter con sujetar el cielo para que no se desplomara sobre la tierra.
Atlas, el gigante y la vértebra nace del paralelo entre el Titán castigado a sujetar el cielo y esa vértebra (diferente a las demás) que está dentro de la cabeza y que la soporta. El trabajo de los dos Atlas es mantener la división entre el cielo y la tierra, entre la carne y el pensamiento y ese trabajo, principio del orden, es una tarea agotadora que no tiene límites.
Vestida de Atlas a mis 50 años, he ido construyendo una ficción donde me imagino que puedo sujetarlo todo o donde todo me aplasta. Una ficción que me acerca al momento en el que el esfuerzo de mi cuerpo sea mayor que sus fuerzas y al momento en el que las fuerzas desaparezcan. Atlas, como muchas de las ficciones que he construido a través del cuerpo, me permite bailar con aquello que me da miedo.
Atlas, el gigante y la vértebra es una obra para una bailarina sola con una película de Chus Domínguez a modo de epílogo.
A mi padre Joaquín Córdoba, un coloso
Elena Córdoba, bailarina y coreógrafa, trabaja en Madrid desde el año 1990. Su obra se construye a partir de la observación detallada del cuerpo, eje y materia de su trabajo. Ha acompañado su trabajo artístico de una constante actividad como pedagoga enfocada a diferentes formas de comprender y practicar la danza. En el año 2008 inicia “Anatomía poética”, ciclo de creación sobre el interior del cuerpo humano, que comprende obras y estudios de distintos formatos y que aún se extiende en el tiempo.
Ha trabajado como coreógrafa con Antonio Fernández Lera, Rodrigo García, Carlos Marquerie y John Romao. Ha creado distintas piezas para la imagen con Sylvia Calle, Chus Domínguez y Rodrigo García.
Ha publicado relatos, diarios de trabajo y ensayos breves.