Exhalación: vida y muerte de De La Puríssima

De La Puríssima / Julia de Castro

  • Performance musical
  • Estreno absoluto
  • País: España
  • Idioma: español
  • Duración aprox: 60 minutos
  • Año de producción: 2019
Músicos: Julia de Castro (voz, composición), Miguel Rodrigáñez (contrabajo, composición), Gonzalo Maestre (batería), Juan Cruz Peñaloza (piano), Amit Kewalramani (dj set), Diego Postigo (guitarra electrónica), Dora Postigo (voz tema El rockero), Asociación Cultural Banda de Música de Colmenar Viejo, Mariachi Veracruz
Dirección: Julia de Castro
Texto: Julia de Castro, María Folguera y Antonin Artaud
Diseño de iluminación: Irene Cantero
Diseño de sonido: Raquel Fernández
Diseño de vestuario, maquillaje y peluquería: Jonathan Sanchez
Asesoría de movimiento: Ana Erdozain
Diseño espacio: Pablo Ferreira
Coordinación técnica: Pedro Palacios
Intérpretes: Enrique Gimeno, Jonathan Sánchez, Andreas von Plotho, María Folguera, Transfiguración Pilar e Inmaculada Maura
Producción: Eva Luna García-Mauriño y Mariela Pérez Salazar
Mitad jazz, mitad cabaret y mucho desparpajo. De La Puríssima es una rara avis en el panorama musical español. Con su potente puesta en escena, hay en esta formación un delicioso gusto por el cuplé, que se combina con jam sessions. Sus letras apasionadas y sus relatos desgarradores dan forma a una visión musical muy personal, con mucha calidad y cierto espíritu provocativo”.
El País

Hay un momento de nuestra vida –dice el poeta Hugo Mujica– en que nos sentamos frente a nuestra propia vida y nos preguntamos si daríamos la vida por esa vida que llevamos, y entonces la besamos o la escupimos. Hace algo más de una década, Julia de Castro se sentó ante sí misma y se escupió. Acaso, incluso, se abofeteó. Se encontraba en Londres, cansada de ser prudente, de elegir 'bien', de no decir lo que sentía, de reprimir un profundo deseo por lo masculino, de esperar, siempre con recato, a ser conquistada. Todo lo que venga, se dijo, lo voy a probar. Sin filtros. Sin límites. Sin toda la pesada educación selectiva que cargaba desde su infancia y adolescencia en Ávila, postergando una vez más, día tras día, su presente. Hablamos, desde luego, de sexo y, también, de amor. Hablamos del cuerpo.

A la cultura –sin jamás desdeñarla–, Julia de Castro antepuso entonces la sabiduría, como la entendía Cioran: la apertura a sufrir dignamente la humillación que nos infligen nuestros nueve agujeros. Hablamos, desde luego, de sexo y también de amor. Hablamos del cuerpo. A la cultura –sin jamás desdeñarla–, Julia de Castro antepuso entonces la sabiduría, como la entendía Cioran: la apertura a sufrir dignamente la humillación que nos infligen nuestros nueve agujeros. Detrás de ello, latía no obstante el dolor –sin dolor, no hay valentía– de una mujer que aceptaba la primera de sus muertes y el reto aún mayor de recomponerse, virgen de todo lo que estaba por venir. Precisamente entonces empezó a componer.

Esta noche Julia de Castro asume en directo su segunda muerte, que cierra el período que la anterior abrió. Esta noche, sin embargo, aquí en Madrid, a diferencia de lo ocurrido en Londres, Julia besa a Julia, con pasión y gratitud, sabiendo que hoy sí daría la vida por la vida que lleva, pero asumiendo, sin autoindulgencia, la importancia de saber morir con dignidad, consciente de que, como un antiguo proverbio indica, el tiempo se venga siempre de lo que hacemos sin él: «El cuplé –dice– es un género erótico, juvenil, que a los 35 ya no tiene sentido. Como un deporte de élite, requiere estar explosiva. Más que dejarlo yo, el cuplé me abandona a mí. De la Puríssima ha sido la transición de la juventud a la madurez».

Julia de Castro hizo así en De la Puríssima lo que antes en su vida: verbalizar lo silenciado, poner el cuerpo donde antes solo estaba la mirada, vivir y hacer vivir lo reprimido, legitimándolo. Hizo, en definitiva, lo que ya habían hecho las cupletistas de principios del siglo XX, las primeras performers, en los teatros de variedades: construir sus creaciones a partir de los tabúes de nuestra época. En una cultura que consagra la sustitución de las cosas por su imagen y la construcción de un simulacro de inmortalidad sin tiempo ni muerte, Julia De Castro y De la Puríssima han puesto en el centro de su escena cuatro tabúes –el cuerpo, el tiempo, el dolor y la religiosidad– enhebrados por un quinto, el más amenanzante para la sociedad actual y el central en la creación de De Castro: el placer de la mujer.

Diego Bagnera

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