Estos encuentros con el público tendrán lugar en los días y salas indicados en cada caso y se
realizarán al finalizar la función. Podrán acceder a esta actividad todas las personas que hayan
adquirido la entrada para el espectáculo en ese día.
El coreógrafo Angelin Preljocaj construye en Requiem(s) una serie de rituales imaginarios, que envuelven la riqueza de emociones que afecta a una persona cuando pierde a un ser querido. Desde el dolor más profundo hasta la celebración de existir, los rituales buscan dar sentido al duelo y desactivar los peligros que amenazan la razón ante la muerte. Inspirado en filósofos como Roland Barthes, Gilles Deleuze y Clément Rosset, y en el pensamiento de Émile Durkheim sobre los rituales de recuerdo, Preljocaj explora la memoria, el vacío y la huella imborrable de quienes ya no están. A través de un lenguaje coreográfico universal, la obra transita entre la tristeza, la nostalgia y la posibilidad de encontrar una cierta alegría en la evocación de los ausentes. Más que una única pieza sobre el réquiem, Requiem(s) se configura como un mosaico de emociones y sonidos, integrando diversas composiciones musicales y creaciones sonoras para dar forma a una procesión coreográfica que da voz al duelo en toda su complejidad.
NORMA propone una reflexión crítica sobre el concepto de normalidad, explorando la interacción de las identidades, representadas a través del filtro del cuerpo. Inmersos en la era de la globalización, lo corporal se presenta como imagen/producto, mientras que el paradigma clásico pulula aún en nuestro imaginario como un viejo y poderoso fantasma del pasado. Nos convertimos en esclavos de sistemas en los que imperan la apariencia y la seducción y se reprime la esencia.
Este proyecto plantea una investigación desde la dimensión simbólica del cuerpo: fragmentos de cuerpos, danzas de cuerpos, el cuerpo mutilado, el cuerpo diversofuncional, el cuerpo migrante, el cuerpo menstruante, el cuerpo travestido… Cuerpos simplemente. Antonio Ruz lo aborda cuestionando el misterio de la belleza y las ideas de orden, sistema, medida, monotonía, seguridad, equilibrio, proporción; confrontándolas a lo feo, la desproporción, el desorden, al caos, al desvío de los cánones, al exceso, lo torcido, a la carencia. Un ritual escénico de cinco cuerpos diversos articulados alrededor de la oposición generada entre lo normativo y lo distinto, lo cotidiano y lo raro, lo corriente y lo inesperado, lo bello y lo feo. Un alegato en pro de la individualidad, lo exótico, lo fuera de lugar.
Hairy es una coreografía para 4 bailarines y su cabello.
El cabello es una de las pocas partes del cuerpo humano que no se puede mover de forma voluntaria y directa. La coreografía y la danza, en cambio, pueden entenderse como un arte de (auto)control físico. Coreografiar el cabello, por tanto, conlleva en sí una tensión dramática: cómo controlar lo incontrolable. Esta tensión es el punto de partida de Hairy.
Debido a su naturaleza incontrolable, el cabello puede verse como una entidad separada de nuestro cuerpo, pero dependiente de él. Es un límite que nos separa y nos conecta con lo que está físicamente fuera de nosotros. Una coreografía hecha para el cabello plantea, por lo tanto, preguntas ontológicas sobre nuestra identidad, nuestro cuerpo y su autonomía.
El cabello largo y suelto tiene un fuerte significado simbólico en la sociedad occidental. Evoca la libertad, el romanticismo, la naturalidad y la liberación de la tradición o la opresión. El coreógrafo Dovydas Strimaitis utiliza todos estos símbolos como herramienta formalista para desarrollar contrapuntos en tiempo, espacio y significado.
En un espacio desnudo la coreógrafa Leonor Leal se queda sola con una banda sonora y con su cuerpo frente al espectador, desgranando y bailando intimidades como bailaora. Los relatos de entrevistas a las bailaoras Blanca del Rey, Carmela Greco, Merche Esmeralda, Carmen Montiel o Pepa Coral que transmiten los saberes del cuerpo son el eje de esta pieza, en la que Leal se deja atravesar por ellos, compartiendo al mismo tiempo su lugar como bailaora actual. El propósito de esta pieza es un lenguaje donde el baile, el texto y la imagen están al mismo nivel y donde todo es importante. Todo se baila en escena, desde el entusiasmo, los deseos, el amor y el disfrute hasta la dificultad, las dudas o el cuerpo cansado.
Tercer capítulo sobre comunidades femeninas, después de IMAGO-GO (sobre la figura de la majorette) y GUÉRILLÈRES (en torno a las guerreras de guerrillas), ROLL está dedicado a la práctica del roller derby, un post-deporte de contacto y actual epicentro de luchas políticas.
De la confrontación deportiva a la emulación coreográfica, esta pieza busca llevar a otro lugar a estas guerreras con purpurina, aplicando al léxico del roller derby las herramientas de la danza contemporánea.
Inspirada por su juventud posfranquista en plena Movida madrileña y por el aire de libertad que ofrecía entonces el patinaje, Marta Izquierdo confronta su experiencia con el renovado interés por el roller en nuestra época poscoronavirus, entre reivindicaciones feministas y la alegría de la adelphité. Nos lleva, junto a cinco bailarines-patinadores y una actriz, hacia la energía pura del deslizamiento, en un gesto de afirmación tanto personal como colectiva.
Vivimos en un tiempo en el que cada vez es más difícil encontrar un espacio que nos permita aislarnos de los estímulos externos y conectar con nosotros mismos. El flujo informativo provocado por el gran desarrollo tecnológico nos lleva a orientar nuestra mirada al exterior, a reaccionar y conectar con cualquier realidad objetiva, pero olvidando nuestra subjetividad. Sin embargo, nuestra psique necesita espacios aislados de este torrente de estímulos que nos rodea para conectar con nuestras imágenes interiores, las cuales están cada vez más fuera que dentro de nosotros mismos.
#INCUBATIO Circumambulatio es una obra coreográfica que reflexiona sobre esta idea rescatando una práctica ancestral, la incubatio, una técnica orientada precisamente a un proceso de reasociación y reorganización de la complejidad psicológica del ser humano, con el fin de posibilitar el desarrollo de un nuevo centro de la personalidad.
La pieza propone un nuevo hashtag, #Incubatio, que paradójicamente invita a una cierta desconexión de los medios digitales que habitualmente nos envuelven y a la conexión con uno mismo mediante una tecnología interactiva especialmente diseñada para conectar con nuestro cuerpo y traducir la danza en sonido, imagen y luz.
Inspirada en la Siberia extremeña, tierra de procedencia de la coreógrafa Paloma Muñoz, La Quijá (alusión a la quijada o mandíbula, en este caso referida a animales) parte de la imagen de un paisaje devastado, áspero y seco, a la vez que de la necesidad de volver a los orígenes y al cuerpo como motor de la creación, con la intención de buscar la poesía en los cuerpos en movimiento. Se trata de una travesía hacia el interior, hacia la sustancia misma que reside en los huesos y, así, bailar desde la médula. De volver al cuerpo no solo como individuo, sino como colectivo, en la búsqueda de un encuentro personal y compartido.
El espectáculo reflexiona sobre cómo nuestra identidad está a menudo ligada a nuestro trabajo, aunque este no debería definirnos como personas. Desde que nacemos, se nos enseña la necesidad de ser "algo", de tener una ocupación que nos identifique, pero nos olvidamos de que la existencia en sí misma debería ser suficiente. La pasión por el trabajo, muchas veces vista como algo positivo, es en realidad una trampa que nos lleva a sacrificar nuestra vida personal y nuestra salud por un éxito profesional que, en última instancia, no nos satisface de manera integral.
LANA aborda esta obsesión laboral, cuestionando cómo nuestra profesión y las expectativas que vienen con ella afectan nuestras relaciones y nuestro bienestar. La obra explora temas como el estatus que nos otorga nuestro trabajo, la jerarquía empresarial, la competitividad, la falta de tiempo y el agotamiento generalizado de la sociedad, invitando a una reflexión profunda sobre el precio de priorizar el trabajo por encima de la vida personal.
Un grupo de nueve intérpretes entrega sus cuerpos a una noche delirante de baile y música, cuando las obligaciones y las reglas diarias se suspenden temporalmente. Inspirados por la libertad de los bailes de máscaras, los carnavales enajenados o las festividades descarriladas, sus cuerpos son impulsados por brotes contagiosos de baile imparable y rebelde. Experimentan con la forma de crear arquitecturas alternativas de afecto y resonancia, mientras sus cuerpos se sumergen en un océano de sensaciones incontrolables. A veces luchan contra fuertes corrientes, otras disfrutan cabalgando sobre las olas salvajes. Oscilando entre el hedonismo y el exorcismo, la alegría y la tristeza, estos cuerpos prosperan en un estado de ánimo embriagador de colectividad. ¿Cómo puede un estado de descontrol y exceso impulsar a la multitud a actuar?
El coreógrafo Alexander Vantournhout, junto con su colaboradora Emmi Väisänen, se adentra en every_body en los movimientos cotidianos. Transforman acciones sencillas como los apretones de manos y las caminatas en un complejo lienzo de dinámicas corporales. El dúo transforma un apretón de manos común en una intrincada coreografía de brazos, codos y hombros, mientras que una caminata aparentemente interminable exhibe la versatilidad del juego de piernas y pies. En every_body, el dúo teje un tapiz coreográfico, convirtiendo incluso los movimientos más sutiles en algo extraordinario.
La actuación se enriquece aún más con el paisaje sonoro creado por el compositor y guitarrista Geoffrey Burton. El diseñador de moda y escenógrafo Tom Van der Borght diseña tanto el vestuario como el surrealista escenario donde se desarrolla every_body.
Infamous Offspring es la última creación de Wim Vandekeybus, que explora la mitología griega fusionando la danza, el cine y la poesía. En este espectáculo, los relatos míticos se reimaginan y se actualizan a través de la interpretación de una nueva generación de bailarines, siguiendo los textos escritos para esta puesta en escena por la poeta Fiona Benson. Personajes mitológicos, como Zeus, Hera y Hefesto se presentan en un contexto contemporáneo y universal, explorando las complejidades de la relación entre los dioses y sus descendientes.
La obra destaca especialmente la figura de Hefesto, quien, a pesar de ser rechazado y marginado, se convierte en el dios indispensable gracias a sus habilidades excepcionales como herrero. La narración visual se potencia mediante el uso de múltiples medios, como el cine y el teatro, característicos del estilo de Vandekeybus. La poesía de Fiona Benson añade una capa lírica y simbólica a la coreografía, transmitiendo los temas universales de la mitología sin necesidad de un lenguaje literal, mientras que la danza y la palabra hablada se complementan mutuamente para crear una experiencia única e inmersiva.
“Si yo fuera fiel a mi naturaleza, una salvaje de mirada ancestral, gritaría hasta que se me saltaran las cuerdas vocales y después me las tragaría. Porque en ese último grito todo quedaría dicho. Pero, por encima de todo, si yo fuera fiel a mi naturaleza diría: no”, piensa la protagonista de este espectáculo. Ella, de entre todas las salvajes, sueña con ser la más descalza, la más bruta, la salvaje ejemplar. Un cuerpo que se debate entre lo que es y lo que se proyecta sobre él. ZAMBRA de la buena salvaje es un grito, un desgarro, un ritual de desposesión. ¿Cómo recuperar tanto espacio perdido? ¿Cómo desdomesticarse? ¿Qué le ocurre a un cuerpo cuando es en otros, cuando se permite la furia, la risa, la reventaera?
Danza, humor e irreverencia se entrelazan en un monólogo coral donde lo salvaje se traduce en un acto de resistencia colectiva. Un espectáculo que baila con la bestia, que se abre paso entre los escombros de la norma y que, sobre la tierra removida, siembra un mundo nuevo.
La icónica coreógrafa canadiense Marie Chouinard regresa a Johann Sebastian Bach con MAGNIFICAT, que estrenará en Madrid en Danza. La obra coral en latín está impregnada de lo divino, con la Virgen María hablándonos con una voz jubilosa, apasionada y extasiada. Está embarazada, radiante y plena. Marie Chouinard coreografía los distintos movimientos del MAGNIFICAT como entidades nobles interconectadas en el mismo espacio-tiempo: en su mayoría con grandes segmentos grupales, pero también con tríos, dúos y solos.
Chouinard creó con Le Sacre du printemps su primera coreografía basada en una partitura musical, en este caso de Igor Stravinsky, que explora un nuevo mundo y marca la entrada de la danza en la modernidad. En esta obra vanguardista, la cadencia y la fuerza de la música inspiran, acompañan e imprimen energía a Chouinard. Es una Consagración tejida con solos que despiertan misterios esenciales, con movimientos armónicos, firmes y convincentes.
Tierras raras parece una manera hermosa de llamar a nuestro siniestro mundo. Una manera de cargar de misterio, fábula, incluso mitología, lo que podría verse solo como catástrofe. En realidad, es el ejercicio poético, la magia del nombrar de un químico ruso que agrupó unos minerales extraños y los introdujo en la tabla periódica cuando todavía el tiempo se medía en siglos, sin imaginarse que esos minerales serían el alimento principal de la industria tecnológica de su futuro y nuestro presente, y que las palabras escogidas iban a sintetizar, a modo de conjuro o exorcismo, toda una época. Tierras raras.
La belleza sobrevive, con su fragilidad intacta, a la destrucción. Como el hongo de Anna Tsing, o los animales salvajes de Chernóbil, o la luz gratuita que podría iluminar toda Ciudad de México gracias a los gases que emite la basura enterrada en el relleno sanitario del Bordo poniente.
Si escarbamos en la tierra, con las uñas, máquinas perforadoras y escobillas especializadas, solo encontraremos basura, excrementos del mundo, huellas escatológicas de la historia: basura doméstica, residuos mineros, herramientas prehistóricas y ordenadores obsoletos, fragmentos de cuerpos, escombros de templos destruidos en las guerras, iconos sacrificados por enemigos espirituales.
Tierras raras es una imagen, un golpe de vista de esa condensación de tiempo. El baile de la corteza terrestre, la danza del subsuelo, de lo que se descompone y alimenta el mundo. El baile de esa violencia original.
En El Dorado, Israel Galván representa su herencia gitana, la de Israel de Los Reyes, emprendiendo una búsqueda artística en las raíces de su madre. “En La Edad de Oro, por ejemplo, están mi padre y mi madre. En El Dorado, solo está mi madre y sus palabras que siempre me acompañan: ‘Hijo, que te cante el Terremoto, por favor’ (un cantaor gitano). Es un homenaje a mi madre, que siempre me dice después de un espectáculo: ‘¿Hijo, cuándo vas a bailar por bulería?’ En El Dorado acabaré bailando por bulería”, expresa Israel Galván. El título El Dorado se refiere a una sala de Barcelona donde Galván fue invitado a presentar un proyecto. Para acompañarlo, convoca a Los Mellis de Huelva: Antonio y Manuel Montes Saavedra, virtuosos palmeros. Los tres crean una pieza flamenca sinfónica de palmas, poniendo en primer plano a los palmeros, que generalmente están detrás en los cuadros flamencos. Juntos explorarán la desnudez del ritmo sin añadir ningún otro instrumento musical.
En Luz Sobre las Cosas no hay mapa ni hilo argumental al que asirse para la exploración a la que se convoca: el espectador se sumerge en la oscuridad de la caja escénica como niños que bajan a un sótano tenebroso, precisamente, porque no saben lo que van a encontrar, en busca de aventuras desconocidas; con ese mismo placer infantil y expuesto de recorrer, a tientas y desorientados, una habitación familiar a la que privamos de luz, para convertirla en el territorio más extraordinario y alucinante. Asistimos, ahí, al ritual de la creación, y todo lo que los artistas que lo ofician y nos acompañan pueden hacer, es crear el vacío, la oscuridad y el silencio, para que algo nuevo pueda gestarse y manifestarse.
Luz Sobre las Cosas celebra el escenario de un teatro cercano y querido como el lugar de transformación constante; donde, del diálogo de la luz, del sonido y del trabajo de los intérpretes con el espacio, pueden surgir esas atmósferas escénicas que nos envuelvan y transporten, que despierten nuestros sentidos y nuestra imaginación y nos revelen otros secretos del mundo y de uno mismo; como un lugar donde poder estar y dejar de ir corriendo de un lado a otro buscando la salida; como una casa encantada en la que se nos ha pasado una vida entera.