El Jardín del Príncipe fue creado por orden real de Carlos III en 1772, siendo su verdadero impulsor Carlos IV, entonces Príncipe de Asturias. Se trata de un jardín paisajista diseñado por Pablo Boutelou siguiendo la corriente estética que desde Inglaterra se extendería por Europa entre los siglos XVIII y XIX.

Ocupa una amplía extensión, cercana a las 145 hectáreas, con unos 3 kilómetros de longitud delimitados meridionalmente por el curso de la calle de la Reina y en el resto de sus lados por los meandros del río Tajo. Cuenta con un trazado relativamente formal, en el que a partir de diversos elementos preexistentes, como la huerta de la Primavera y el embarcadero de Fernando VI, se alternan calles dispuestas ortogonalmente con diversos elementos paisajísticos pintorescos y plantaciones de especies procedentes de las expediciones botánicas de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX.

El Embarcadero Real está concebido como una fortificación de sillares de piedra, con muretes almenados y garitas octogonales voladas desde las que se protegía la plataforma escalonada que desciende hasta el río. Muchas de las embarcaciones que integraban la denominada Escuadra del Tajo se conservan en el Museo de Falúas, levantado en los años sesenta de pasado siglo en la abandonada Casa de Marinos.

 La Fuente de Apolo constituye el conjunto escultórico más importante del jardín. La escultura, traída de la Granja en 1798, se apoya en una gran roca rodeada de un plinto curvo con seis columnas corintias, rematado por dos templetes laterales neoclásicos con pilón semicircular.